El miércoles teníamos otra sorpresa preparada al salir a la sala de psicomotricidad. Esta vez el espacio se había llenado de cortinas transparentes de colores que nos dejaban ver la luz del proyector entre ellas. El primer impulso, como nuestra naturaleza manda, fue la destrucción. Saber que pasaba si tirábamos de ellas y disfrutar con el placer de conseguir arrancar todas, fue nuestra primera actividad. Pero poco a poco fueron surgiendo otros juegos distintos: algunos jugamos con las pinzas con las que estaban colgados, otros descubrimos que si mirábamos a través de esos papeles el mundo cambiaba de color, otros estuvimos investigando con el proyector... el juego dió para mucho.
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